Feliz año nuevo a los que nos sigáis por el blog. Después de tanta celebración, seguimos publicando y hoy retomamos las emociones, en concreto el estrés, para explicar su influencia en los problemas bucales.
Sabemos que el estrés es una de las causas principales de los cambios que se manifiestan en la boca, porque genera alteraciones en las proporciones de las distintas colonias de bacterias, virus y hongos que se encuentran en ella. Todo ello provoca desequilibrios que, muchas veces, se observan como caries o gingivitis.

A veces, el estrés repercute en la dentina, en la estructura interna del diente. La dentina es recorrida por miles de canalículos, a través de los cuales y por medio del nervio propio del diente, se producen intercambios entre el diente y el resto del cuerpo. Por eso encontramos muchas caries internas a nivel de la dentina, mientras que el esmalte, la capa externa del diente, permanece completamente intacta.
Además, los dientes presentan una carga eléctrica caracterizada por los cristales de hidroxiapatita, dando lugar a una energía electromagnética. A nivel microscópico se ha observado que, por ejemplo, si una persona sufre estrés, eso provoca cambios en los cristales de hidroxiapatita. Puede pasar, también, que en el momento de la formación del diente, exista información a modo de estrés, provocando cambios microscópicos que luego pueden dar lugar a la caries.
Ante el estrés o cualquier otro irritante, que generemos una caries, gingivitis u otra enfermedad, dependerá de las circunstancias individuales de cada persona y no tanto del tamaño o la intensidad del irritante. Incluso será diferente la respuesta que damos en cada momento.
Si conseguimos dejar de estar estresados, puede desaparecer la causa de forma funcional y que cese su proceso de enfermar, paralizando en este caso, la formación de la caries o gingivitis.

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