Hipócrates decía: “El amor al semejante es la virtud principal del médico". Sin el amor, el servicio odontológico también será frío, deshumanizado y peligroso. Actualmente creo que la odontología se ejerce a contra reloj, sin tomar tiempo ni para dialogar con el paciente ni pensar en posibles factores causantes de su problema. Los dentistas suelen cumplir el mismo protocolo a todos aquellos que comparten el diagnóstico, sin tener en cuenta la historia de vida de cada uno.
Por todo ello, pretendo hacer pensar por qué generamos las caries o la periodontitis e intento compartir la responsabilidad de la curación entre el paciente y el odontólogo, ofreciendo herramientas a cada persona para cuidarse de la manera más biológica posible. Los síntomas colectivos nos pueden señalar problemas colectivos, como la falta de hábitos saludables, y nuestra labor principal consiste en la prevención de las alteraciones orales y mantenimiento de la salud bucal.
En la mayoría de los casos, el trabajo del odontólogo ante una caries consiste en retirarla para, después, reconstruir el diente con un material plástico. Si dentro de un tiempo se produce una caries secundaria, se realiza una cavidad más grande, a veces eliminando el nervio. En este caso, además de un material extraño sobre el diente, le quedará un órgano no vital dentro de la boca. Parece que convertimos al paciente en una máquina y le vamos haciendo los tratamientos por partes, desatendiendo en ocasiones a la persona. Esta técnica, basada en el modelo mecanicista, impone tratamientos que reemplazan a la naturaleza sin importar las alteraciones biológicas provocadas. No se suele tener en cuenta que los dientes también están integrados con el todo en el organismo.
Los factores de riesgo para desarrollar enfermedades de la boca son amplios, pero habitualmente se intenta incidir solo en la presencia de bacterias y la falta de higiene. Considero que existen otros factores de riesgo que suelen pasar desapercibidos y también deberíamos intentar prevenir:
Si dialogamos para conocer a la persona, el tratamiento y prevención serán más simples. En cambio, si aplicamos tratamientos estandarizados, es posible que sigan existiendo más problemas en el futuro. Por lo tanto, considero que debemos aceptar y respetar los estados individuales de salud de cada persona. Por ejemplo, existe correlación entre las caries de primera infancia y los niños de bajo peso, nutrición deficiente o con complicaciones durante el embarazo.
Normalmente en el ecosistema de la boca los virus, las bacterias, los minerales, las células, la saliva, etc. coexisten con permanentes intercambios y en relativo equilibrio. Pero si se quebranta la integridad del sistema, que puede ser por un conflicto emocional o por un estado continuo de estrés, se pierde el equilibrio de sus componentes y entonces podemos generar una patología en la boca que ya está debilitada energéticamente.
Invito a reforzar nuestra capacidad de auto-curación y a reconocer que lo importante es ese proceso vital por el que están pasando y no tanto el tratamiento. Al escuchar la historia de vida de cada uno, nos acercamos a entender a cada persona como una unidad y no como la suma de partes autónomas. Las pruebas demuestran que el tipo de saliva y el estado de nuestro sistema inmunológico son importantes en la prevención. Con una buena dieta, bienestar emocional y terapias naturales se puede incidir en esta resistencia e intentar cambiar la susceptibilidad a padecer la caries y demás patologías.
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